El 7 de junio de 2024, se alcanzó un importante hito en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT en México: los ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género), conocidos popularmente como “terapias de conversión”, fueron prohibidos a nivel federal. Este decreto ha sido el resultado de muchos años de trabajo e incansables esfuerzos de activistas y legistas para incrementar los derechos gay en México, y en general los de todas las identidades de género no normativas. 

El decreto en cuestión fue publicado en el Diario Oficial de la Federación y en él se adiciona un artículo 209 Quintus al Código Penal Federal y un artículo 465 Ter a la Ley General de Salud. La modificación al Código Penal Federal indica lo siguiente: 

Artículo 209 Quintus.- Se impondrá de dos a seis años de prisión y multa de mil a dos mil veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización a quien realice, imparta, aplique, obligue o financie cualquier tipo de tratamiento, terapia, servicio o práctica que obstaculice, restrinja, impida, menoscabe, anule o suprima la orientación sexual, identidad o expresión de género de una persona. (DOF, 7 de junio de 2024)

Cabe añadir que la sanción aumentará al doble en caso de que el delito sea cometido contra personas menores de dieciocho años, adultos mayores o personas con alguna discapacidad. Pero, ¿cuál es el propósito de los ECOSIG con las personas LGBT?,  ¿sus prácticas realmente son dañinas?, ¿cómo fue el camino para prohibirlos en favor de los derechos gay en México? En esta nota trataré de dar respuesta a estas preguntas.

ECOSIG para los LGBT: un remedio peor que la… ¿enfermedad?

La perspectiva sobre la homosexualidad ha variado a lo largo de la historia y entre los diversos países. Sin embargo, con el desarrollo de la psicología moderna, en el siglo XIX, la homosexualidad fue considerada un trastorno mental, postura que perduró también en la mayor parte del siglo XX. Al ser considerada una enfermedad surgió una amplia variedad de prácticas con el propósito de “curarla”, las cuales iban desde tratamientos farmacológicos, hormonales, quirúrgicos, psicoanalíticos e incluso sesiones de electroshock. 

En 1973, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) retiró la homosexualidad de su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, mientras que, en 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dejó de considerar a la homosexualidad como una enfermedad. Aunque ambos hechos representaron un avance en el reconocimiento de los derechos gay en México y de la comunidad LGBT, el rechazo interiorizado de un gran porcentaje de la población hacia las personas con una orientación sexual e identidad de género no normativa permitió que, por mucho tiempo, existieran y proliferaran los ECOSIG.

La Guía de referencia para profesionales de la salud mental en el combate a los ECOSIG los define como “prácticas de diferente índole –sesiones psicológicas, psiquiátricas, consejería religiosa, entre otros métodos– con la intención de cambiar la orientación sexual de una persona específicamente de homosexual o bisexual a heterosexual” (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, [UNODC], 2019, p. 23). El principal problema con los ECOSIG no es sólo que pretenden tratar las orientaciones sexuales no normativas como algo que puede y debe “corregirse”, sino que sus prácticas son a menudo cuestionables.

Las “terapias de conversión” no pertenecen a la medicina o psicología formal y a menudo son promovidas por grupos religiosos, de superación personal o de tratamiento para las adicciones. Entre las violaciones a los derechos humanos  y los derechos gay en México llevadas a cabo en numerosos ECOSIG se encuentran:

• Privación ilegal de la libertad
• Violencia verbal y amenazas
• Coerción y falta de consentimiento
• Tortura física y psicológica
• Terapias de aversión

Prohibición de los ECOSIG: el camino hacia la reforma LGBT 

No existe una fecha exacta del origen de los ECOSIG, tanto a nivel internacional como en México. No obstante, hay registros de que estas prácticas para corregir la orientación sexual se llevan a cabo desde el siglo XIX (UNODC, 2019). Por otra parte, la lucha por los derechos gay en México contra las erróneamente llamadas “terapias de conversión” sí cuenta con fechas más concretas.

Fue en 2018 cuando las senadoras Citlali Hernández (MORENA), Patricia Mercado (Movimiento Ciudadano) y Alejandra Lagunes (PVM), en colaboración con el politólogo Genaro Lozano y la organización Yaaj México (promotora de los derechos LGBT), presentaron la iniciativa de ley para prohibir los ECOSIG. En 2022, el Senado de la República aprobó por mayoría la iniciativa, por lo que fue enviada a la Cámara de Diputados para su discusión (Yaaj México, 2024).

Cabe mencionar que esta iniciativa por los derechos gay en México y los derechos LGBT avanzó de manera paulatina en las legislaciones estatales, siendo la Ciudad de México la primera en aprobar la ley en 2020. Desde ese año hasta 2023, dieciocho estados prohibieron este tipo de prácticas, doce ya habían presentado el dictamen ante las comisiones estatales y dos congresos aún se negaban a tocar el tema. 

Tras varios años en los que la iniciativa fue revisada y discutida, finalmente el 26 de abril de 2024, el Senado de la República aprobó las reformas al Código Penal y a la Ley General de Salud para prohibir y sancionar los ECOSIG a nivel federal. El dictamen entró en vigor el 08 de junio de 2024, un día después de su publicación en el DOF. 

Iván Tagle y Jazz Bustamante: una lucha personal por los derechos LGBT

El gran logro por los derechos LGBT en México que implica la prohibición de los ECOSIG no habría sido posible sin el trabajo incansable de numerosos activistas, muchos de ellos víctimas en carne propia de estos “esfuerzos de conversión”. 

Iván Tagle relató para el medio Infobae que a sus 15 años fue obligado a asistir al Grupo de Apoyo San Agustín. En este “retiro” fue sometido a tratos crueles, inhumanos y humillantes por más de tres días, y la condición para que fuera liberado era reconocer su homosexualidad y pedir perdón a Dios por ello. La tortura no terminó ahí, pues le fue asignado un coach que lo acompañaría durante algunos años para evitar “recaídas en su enfermedad” (Capote, 2021).

Jazz Bustamante también relató para Infobae que fue víctima de los ECOSIG en la Hacienda de Mina, centro donde fue maltratada para que abandonara su identidad LGBT. Por si eso fuera poco, fue el objetivo de un crimen de odio años después cuando un hombre ingresó a su estética, donde la golpeó, denigró y puso en riesgo su vida (Capote, 2021).

A pesar de las experiencias traumáticas, Iván Tagle y Jazz Bustamante lograron sobreponerse a la adversidad y resurgir con más fuerza para luchar por los derechos gay en México y por el reconocimiento de la comunidad LGBT. Actualmente Tagle dirige la Asociación Yaaj México, la cual tuvo un importante papel en el desarrollo de la ley para prohibir los ECOSIG; por otra parte, Bustamante dirige la asociación “Soy Humano”, con la cual ha dado acompañamiento a varios sobrevivientes de los ECOSIG, principalmente en Veracruz.

Conclusión

El decreto por el cual se prohíben los ECOSIG a nivel federal ha sido un importante avance en materia de derechos gay en México, no obstante, las raíces de esta práctica continúan latentes en la sociedad mexicana. El machismo y el rechazo a cualquier orientación sexual e identidad de género no normativa ejercen una fuerte influencia desde los núcleos familiares, pues a menudo son los mismos padres de las víctimas quienes los obligan a asistir a los ECOSIG, en varios casos siendo aún menores de edad.

A pesar de que aún falta mucho trabajo en cuestión de derechos para la comunidad LGBT, siempre es justo congratularse por cada avance en esta materia. No más ECOSIG, no más “terapias de conversión”, porque nunca hubo nada que curar.