“El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos. Mayor que el de los individuos sobre sí mismos.”

Noam Chomsky

Una de las más grandes lecciones aprendida por Estados Unidos, se resume a lo frágil que puede ser su política exterior ante sus propias luchas ideológicas. El gigante del norte sabe que, si no controla la opinión pública, podría dañar su capacidad operativa y abrir la brecha para movimientos o partidos contrarios a sus intereses; no sólo dentro de sus fronteras, sino en países vecinos.

En esta entrada exploraremos algunos mecanismos desplegados para el control de la opinión pública, hasta el papel de Estados Unidos y la influencia de grupos conservadores libertarios en América Latina.

El control de la opinión pública: estrategias de propaganda y manipulación

América Latina, una región rica en diversidad cultural y recursos naturales, ha sido testigo de numerosos episodios en los que actores poderosos han empleado estrategias de propaganda y manipulación mediática para moldear la voluntad popular. Desde la época de las dictaduras militares en la década de 1970, hasta las tácticas modernas de desinformación en la era de las redes sociales, el control de la narrativa pública ha sido una constante en la región.

Es fundamental comprender que, históricamente, diversas fuerzas geopolíticas y económicas han moldeado la forma en cómo se desarrollan los procesos democráticos y la toma de decisiones políticas en esta parte del continente; a través de la censura, la promoción de noticias falsas y la creación de narrativas que favorecen a otros intereses.

Al respecto, Edward S. Herman y Noam Chomsky (1988) ofrecen una mirada crítica a la forma en cómo los medios de comunicación son instrumentos de propaganda en manos de intereses poderosos. Ellos desarrollaron la teoría de la «propaganda del espectro limitado», esta sostiene que, si bien los medios pueden ser formalmente libres, su estructura y financiamiento a menudo limitan la diversidad de opiniones y favorecen las perspectivas del establishment. Para sostener esta tesis, examinan casos concretos en donde los medios moldean la opinión pública, a través de narrativas, al seleccionar y promover ciertos puntos de vista, mientras relegan o desacreditan otros.

Sin embargo, para lograrlo no sólo es necesario un instrumento poderoso de comunicación, sino también una maquinaria que genere las ideas que se implantarán. Es ahí donde entran los llamados think tanks.

El papel de los think tanks en América Latina

Los think tanks son organizaciones dedicadas a la investigación, el análisis y la formulación de políticas en una variedad de áreas, como la economía, asuntos sociales, ciencia, tecnología, vida pública y más. Su labor es producir información y análisis con el objetivo de influir en la toma de decisiones políticas y públicas. Si bien, en su “deber ser”, se encuentran características como la imparcialidad y la generación de evidencia sólida, lo cierto es que a menudo son financiados por intereses privados o extranjeros.

Por lo anterior, los think tanks pueden ser vehículos para la promoción de diversas ideologías, desde el liberalismo económico hasta el socialismo, es decir, dependiendo de su financiamiento y agenda, pueden abogar por políticas que beneficien a ciertos sectores o grupos de interés. Es importante destacar cómo estas organizaciones interactúan con gobiernos y cómo sus recomendaciones pueden influir en la toma de decisiones. Además, es esencial que los ciudadanos sean conscientes de las posibles influencias externas en las políticas locales y estén informados sobre las agendas detrás de estas organizaciones.

Thomas Medvetz (2014) nos advierte de algunos puntos respecto a los think tanks estadounidenses:

«Los think tanks, productos de un proceso de crecimiento y reubicación institucional a largo plazo, se han convertido en los principales instrumentos para vincular la práctica política e intelectual en la vida estadounidense. Su proliferación en los últimos cuarenta años ha resultado en la formación de un nuevo subespacio institucional ubicado en la encrucijada de las esferas académica, política y mediática. Como una zona de amortiguamiento territorial, este espacio de think tanks (…) tiene la cualidad paradójica de definirse más fácilmente en términos de lo que no es o en términos de sus relaciones negativas con las instituciones más establecidas que ayuda a separar y delimitar. Sin embargo, a través de su creciente interconexión, los think tanks han desarrollado colectivamente sus propias formas sociales, incluyendo sus propias convenciones, normas y jerarquía, construidas sobre una necesidad común de reconocimiento político, financiamiento y atención mediática (…) el espacio de los think tanks produce sus principales efectos, no con su paisaje interior, sino con su estructura o límites. Al ocupar un punto crucial de encuentro entre los mundos de la producción política, intelectual, económica y mediática, los think tanks regulan cada vez más la circulación del conocimiento y del personal entre estas esferas.»

Este análisis destaca varios puntos; entre ellos la conexión entre think tanks con enfoque económico, aunque no necesariamente político, con el Consenso de Washington[1]. Estas conexiones son significativas a nivel latinoamericano y también involucran a instituciones de Estados Unidos y Europa. Estos think tanks están vinculados a través de «links», «centros amigos» y «recomendaciones»; y a menudo incorporan la palabra «libertad» en sus nombres. Más que una red consolidada, se puede hablar de una «comunidad de actores» que desempeñan un papel importante en la generación y difusión de ideas e información, dirigida en su mayoría a líderes gubernamentales, del sector privado y comunicadores o medios de comunicación.

Algunos países como Argentina, tienen un papel central en las redes que forman estas organizaciones, sobre todo de aquellas de corte liberal.

FUENTE: Cartografía de la red por números de think tanks liberales por países y su conexión directa. 4

Finalmente, es importante mencionar que el crecimiento constante del número de think tanks en América Latina y su institucionalización ocurre a través de cumbres mundiales y regionales. Sin embargo, la competencia de nuevos medios de comunicación, como los bloggers y las redes sociales, plantea desafíos, por lo que la adaptación de los think tanks a las nuevas condiciones del mercado de la información será clave para el futuro.

Cartel dela cumbre Iberoamericana de ECR Eurolat 2021

Críticas a Atlas Network y su papel en América Latina

A lo largo del siglo XXI, se han establecido gobiernos de izquierda en prácticamente toda la región, desde los Kirchner en Argentina hasta el reformista agrario Manuel Zelaya en Honduras. Estos gobiernos han impulsado programas orientados a combatir la pobreza y a la nacionalización de empresas, desafiando la hegemonía estadounidense en el hemisferio. No obstante, en los últimos años, hemos sido testigos de la caída de muchos de estos líderes de izquierda.

Por ejemplo, Zelaya fue retirado de la residencia presidencial por militares en medio de la noche. En Argentina, un magnate asumió el poder y Cristina Fernández de Kirchner enfrenta a acusaciones de corrupción. En Brasil, el Partido de los Trabajadores fue destituido del gobierno mediante un juicio político debido a acusaciones de malversación de fondos. Estos cambios podría parecer el resultado de un reajuste regional natural. Sin embargo, algunos investigadores apuntan al papel que ha jugado la Red Atlas o Atlas Network, como el nexo que une todos estos acontecimientos políticos.

Atlas Network es un think tank que crea think tanks y está asociado con alrededor de 500 organizaciones en casi 100 países. Su labor ha sido la de promover políticas económicas de libre mercado en todo el mundo. Esta red de pensadores libertarios ha reformulado el equilibrio de poder en varios países y ha funcionado como un apéndice de la política exterior de Estados Unidos.

Según Atlas Network, sólo en 2016, los apoyos económicos a sus asociados ascendieron a cinco millones de dólares. A lo largo de los años, esta y las fundaciones relacionadas con ella han otorgado cientos de subvenciones a think tanks conservadores y partidarios del libre mercado en América Latina. Esto incluye al Movimiento Brasil Libre y organizaciones involucradas en una embestida libertaria en Argentina, como la Fundación Pensar, un think tank de Atlas que se fusionó con el PRO, el partido político creado por Mauricio Macri.

FUENTE: Cartografía de la red de think tanks liberales a partir del cálculo de «la centralidad de grado» 3

El caso de los think tanks libertarios brasileños es paradigmático; pues hace diez años eran prácticamente inexistentes. Hoy, con el apoyo de Atlas, estos ascienden a más de 30 y todos cooperan entre sí y con grupos como Estudiantes por la Libertad y el Movimiento Brasil Libre.

«Es como un equipo de fútbol. La defensa son los académicos. Los delanteros son los políticos. Ya hemos anotado varios goles», señaló Helio Beltrão, un ex ejecutivo de fondos de inversión que dirige el Instituto Mises, en referencia al proceso de destitución de Dilma. El mediocampo, agrega ufano, son los «influencers de la cultura» que influyen en la opinión pública.

Fernando Schüler, académico y columnista asociado al Instituto Millenium, otro think tank brasileño, lo explica desde otra perspectiva. «Brasil tiene 17,000 sindicatos financiados con fondos públicos. Un día de salario va para los sindicatos, que están completamente controlados por la izquierda», afirma. La única manera de revertir la tendencia socialista fue siendo más hábiles que ellos. «Con la tecnología, las personas podían participar por sí mismas, organizar manifestaciones públicas con bajos costos, utilizando redes sociales, WhatsApp, Facebook y YouTube», agrega Schüler, para explicar cómo los libertarios dirigieron las protestas contra los líderes de la izquierda.

Por su parte, Atlas también ha estado presente en la nación latinoamericana más afectada por crisis políticas y humanitarias, Venezuela. Cedice Libertad, el principal think tank de Atlas en Caracas, ha estado recibiendo financiamiento continuo del Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE). En una carta de otorgamiento de fondos, la NED enumera que la ayuda a Cedice está destinada a «un cambio de gobierno». Aunado a esto, un cable de 2006 revela la estrategia del embajador de Estados Unidos, William Brownfield, para financiar organizaciones políticas en Venezuela, lo anterior incluye 5 puntos:

1. Fortalecer las instituciones democráticas.
2. Infiltrar la base política de Chávez.
3. Dividir al chavismo.
4. Proteger los intereses comerciales estadounidenses.
5. Aislar internacionalmente a Chávez.

El caso de Javier Milei y los grupos libertarios conservadores en América Latina

Como ya se mencionó, en los últimos años, América Latina ha sido testigo de la aparición de grupos libertarios conservadores que han ganado influencia en la política regional. Uno de los casos más recientes es el de Javier Milei, un economista argentino y defensor del liberalismo económico y, tal vez, el próximo presidente de Argentina.

Milei y otros líderes de este movimiento han abogado por la reducción del tamaño del Estado, la liberalización económica y la promoción de valores ultra conservadores en la política. Su ascenso ha sido notable en Argentina y otros países de América Latina.

Estos grupos suelen recibir apoyo y financiamiento de organizaciones internacionales y actores políticos externos, y plantea preguntas sobre la influencia extranjera en la política regional y cómo esto puede afectar la autodeterminación democrática de los países latinoamericanos.

A manera de conclusión

Tradicionalmente, los Think Tanks se conciben como instituciones independientes creadas para desarrollar soluciones no convencionales, sin embargo, muchos de ellos se han erigido como organizaciones políticas que detentan la credibilidad de instituciones académicas, para desarrollar herramientas efectivas en la lucha por las opiniones públicas.

Las propuestas de mercado libre, como la reducción de impuestos para los más acaudalados, la disminución del tamaño del Estado, la privatización de empresas estatales, la liberalización del comercio y la limitación del poder de los sindicatos, siempre se han enfrentado a un problema de percepción. Sus defensores se han dado cuenta de que los votantes tendían a verlas como un medio para favorecer a la clase alta, por eso, el proceso de reposicionar el libertarismo económico como una ideología del bien común, requiere estrategias complejas de persuasión pública.

El modelo de Atlas, que actualmente se está expandiendo por toda América Latina[2], se basa en un método perfeccionado durante décadas de lucha en Estados Unidos y el Reino Unido, en la que los libertarios se esforzaron por contrarrestar el crecimiento del Estado de bienestar que siguió a la Segunda Guerra Mundial. La dirección de muchas de estas organizaciones es clara: «extender think tanks a favor del mercado libre por todo el mundo» y, con ello, moldear las audiencias para que apoyen la visión libertaria. Esto representa un desafío considerable para la mayoría de los servicios públicos y el Estado como proveedor de bienestar social.