Palestina e Israel, una narrativa teledirigida que crea opiniones

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Por Ruy Renau

Redactor en EXPOST

icono de calendario01/12/2023 7 min de lectura
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«La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad»
– Antonio Gramsci

 

Controlar el relato es incluso más importante que ganar una guerra, y en el conflicto árabe-israelí, hay algo claro: el Estado de Israel está perdiendo el control de la narrativa y, por lo tanto, la guerra mediática.

En estos momentos, cuando las tensiones entre ambos países están en un punto muy alto, es oportuno recalcar que hay un doble estándar en los significantes que se utilizan para comunicar, pongamos un ejemplo: recientemente un reportero del IDF salió a cuadro señalando un calendario en árabe (sí, un calendario: lunes, martes, miércoles, etc.) y diciendo a los medios que se trataba de «una lista de rehenes», para luego admitir el error. Esto ilustra como la realidad se antepone a una narrativa que ha sido sospechosamente descuidada.

El tristemente célebre Joseph Goebbels alguna vez dijo que «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad», sin embargo, este aforismo sólo es válido cuando la realidad no lo sobrepasa. Construir una “verdad” en tiempos de hiperconectividad requiere mucho más trabajo que simplemente repetirla mil veces.

La dinámica del lenguaje

La elección del lenguaje modela percepciones y esto ocurre a cualquier nivel. Veamos el siguiente titular del periódico The Guardian:

 

«Los rehenes que serán liberados son mujeres y niños, y los prisioneros palestinos son también mujeres y personas de 18 años y menores, ambos lados han confirmado»

La diferencia entre decir “prisioneros, mujeres y adolescentes palestinos muertos” y decir “rehenes, mujeres y niños israelíes asesinados” es intencional, y apoya la generación de una narrativa muy específica.

La elección de palabras influye en la percepción mediática del conflicto. Tras el ataque del 7 de octubre del 2023, no es casualidad que medios como The Guardian y The Economist utilizaran términos como «ataque asesino de Hamás» y «ataque sanguinario de Hamás». Este lenguaje, adecuado o no, rara vez se utiliza para describir crímenes israelíes (como los bombardeos a hospitales y escuelas); y cuando estos ocurren, esta nación tiene «derecho a defenderse», sin embargo, cualquier acto de violencia palestina es considerado «terrorismo», independientemente del contexto histórico del conflicto.

Los medios de comunicación desempeñan un papel crítico en la formación de la opinión pública, no cabe duda de ello. La parcialidad de informes y artículos hacia ciertas tendencias ideológicas y políticas es común y contradice la supuesta naturaleza neutral de los medios libres.

Es ahí donde la función de la prensa cambia; no se trata de medios que buscan acercar un panorama amplio y neutral para que el espectador forme su propia conclusión, sino de máquinas de propaganda al servicio de intereses específicos. En su “deber ser”, una prensa ética, libre y responsable debería destacar las posibles consecuencias y orígenes de un conflicto y presentar datos duros ajenos a juicios de valor sesgados o personales.

El sesgo de la prensa occidental

Sin embargo, la prensa global, especialmente la occidental, ha adoptado una postura desde mucho antes de los ataques de Hamás el 7 de octubre, como se evidenció en un estudio de 2011 sobre las emisiones de noticias de la BBC. Este reveló diferencias en el lenguaje utilizado para describir a israelíes y palestinos, destacando un claro sesgo en los términos asociados a cada grupo, utilizando el uso de figuras retóricas o eufemismos para minimizar la gravedad de los actos violentos israelís.

 

 

Otra acusación es la omisión del contexto. Muchos medios occidentales parecen iniciar su cronología de eventos con el ataque terrorista de Hamás, centrando la atención en este acto como si fuera «no provocado y unilateral», eliminando así cualquier contexto político más amplio, que en el caso de los palestinos es bien sabido.

Callar estos factores antes de que los medios «inicien el reloj» crea una narrativa que comienza con la provocación palestina y termina con la retribución israelí. Esto simplifica en exceso la realidad y no refleja la complejidad del conflicto.

¿Cuál es la razón del sesgo?

Analistas argumentan que el sesgo percibido se debe a las relaciones de poder enormemente desequilibradas entre palestinos e israelís. Estos últimos pertenecen a un estado ya reconocido, con fuertes lazos comerciales, militares y diplomáticos en casi todo el mundo y es a menudo considerado como una democracia occidental, a pesar de su ocupación y el trato a millones de palestinos muy parecido a un apartheid, según grupos de derechos humanos y la ONU.

Los palestinos, sin un estado propio y operando bajo la ocupación israelí, carecen de una propaganda estatal sofisticada y representaciones políticas influyentes. Esto lleva a que los sesgos proisraelíes en los medios reflejen la asociación política más amplia de Israel con gobiernos occidentales.

Aunque es difícil cuantificar los efectos de estos sesgos, se argumenta que, consciente o inconscientemente, ayudan a Israel a salir impune de crímenes que ni siquiera se reconocen como tales.

¿Cómo abordar la desinformación?

A semanas del inicio de la guerra entre Israel y Hamás, las redes sociales se han llenado de imágenes e historias de ataques, muchas de las cuales resultan ser falsas.

Por ejemplo, horas después del sorpresivo ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, capturas de pantalla de un popular videojuego fueron compartidas por miles de usuarios de redes sociales como si fueran escenas reales de violencia contra tropas israelíes en Gaza. Cinco días después, una explosión real en un hospital en Gaza impulsó la difusión de imágenes falsas para respaldar varias afirmaciones y contra afirmaciones sobre la responsabilidad del bombardeo del hospital.

Por lo que es necesario hacer una distinción entre información errónea y desinformación. La primera consiste en datos incorrectos que no se crean con la intención de engañar, mientras que la segunda incluye información falsa, destinada a causar daño.

En el inicio de cualquier guerra, la información errónea prolifera. Por ejemplo, los rumores sobre la supuesta huida del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy tras la invasión rusa se difundieron rápidamente, sólo para ser refutados por videos publicados desde las calles de la capital.

Sin embargo, cada vez más, la información falsa sobre conflictos proviene de actores, ya sean gobiernos, militares, grupos separatistas o ciudadanos privados, que producen textos e imágenes con la intención de engañar.

Responsabilidad ética del consumidor de contenidos digitales

A medida que las redes sociales se llenan de estas imágenes falsificadas de violencia masiva en el conflicto Israel-Hamás, la guerra en Ucrania y otras regiones del mundo; los individuos deben plantearse qué responsabilidad ética tiene su consumo de desinformación e información errónea y cómo esta ayuda a validar una narrativa.

Aunque algunos podrían negar que los usuarios de medios digitales tienen alguna responsabilidad, argumento que se basa en que son receptores pasivos del contenido creado por otros; es crucial comprender que las personas ya no pueden ser sólo meros receptores pasivos, pues ahora cada uno tiene el poder de influir en el tipo de imágenes que aparecen en sus pantallas, lo que implica una responsabilidad ética con el tratamiento de esa información.

Verificación de imágenes

Cambiar los patrones de interacción con el contenido digital puede reducir la exposición a la desinformación durante la guerra, pero, ¿cómo pueden los usuarios verificar las imágenes que reciben?

Un protocolo simple, conocido como SIFT (stop, investigate, find, trace), propuesto por educadores y grupos de salud pública, pide a los usuarios que, al recibir una noticia en medios, paren un momento, investiguen la fuente de la misma, encuentren una mejor cobertura y rastreen citas y afirmaciones hasta sus fuentes originales. Al mismo tiempo, se aconseja consultar distintos medios para verificar y contrastar la intención de cada nota.

Aunque ninguna técnica garantiza un control absoluto sobre las imágenes que se ven durante la guerra, ni brinda una seguridad completa contra la difusión de información falsa, comprender el poder de influencia de los usuarios puede mitigar estos riesgos.

Conclusión

En esta última ola de violencia, aunque algunos medios occidentales han dado espacio a voces palestinas y proporcionado un contexto crítico, el sesgo persiste de manera sistemática y elaborada, no como un error, sino como una característica de los principales medios. La lucha por una cobertura justa, equilibrada, consistente e inclusiva en el conflicto palestino-israelí sigue siendo un desafío en el que nosotros, como consumidores de dicha información, tomamos parte al consolidar una narrativa inexacta y hasta dañina.

Es importante ser críticos con toda la información que recibimos, para no ser una extensión de intereses externos y poder elaborar conclusiones críticas por nosotros mismos.

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Ruy Renau

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Comunicólogo, unfluencer, dog dad, emprendedor de 5 cifras, traumado con la IA y el dominio de las máquinas. Melómano, cinéfilo, lector, gamer, arte, contra cultura y re-curioso. Ultra puntual en todo siempre y cero despistado. Valores cristianos.

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